CHARLY GARCIA Y NITO MESTRE RECONOCIDOS EN MAR DEL PLATA

Sui Generis volvió a cantar, gratis, en el teatro Victoria de Mar del Plata, tras 42 años.


1971. La primera presentación pública de Sui Generis acontecía en el Teatro de la Comedia Marplatense. Charly García y Nito Mestre comenzaban a caminar las calles con su música, aún sin saber que un par de años después se convertirían en el dúo más importante de la música nacional.

2013. Consagrados, históricos, emblemas vivientes del rock nacional, retornaron 42 años después adonde todo comenzó: Rivadavia casi Santa Fe, Mar del Plata. Y ahí se quedarán, porque desde ayer la ciudad cuenta con una escultura tamaño natural de Charly y Nito, rememorando aquellos años.

Los pantalones anchos cayendo sobre los zapatos del bronce se replicaban en el Charly de carne y hueso, que con su jean celeste, elefante con tejidos blancos en sus costados, descubrió la imagen junto a su amigo Nito Mestre.

Los 70 se filtraron en esos detalles y, obviamente, en la música. Ese tiempo que fue hermoso enmarcó una tarde diferente, a la cual los protagonistas llegaron en una limusina negra, vestidos con su estilo particular y con una tablet en manos de García, con la que hasta se filmó a sí mismo en el momento de soltar la tela que envolvía la estatua. “Está loco”, fueron las primeras palabras que el máximo ídolo de la música argentina pronunció al ver su imagen, mientras la “cacheteaba” como si fuera realmente su otro yo o “su amiguito”, como luego la nombraría Mestre, quien ya sobre el escenario agradeció “por este regalito” y recordó a Luis Alberto Spinetta, “que fue de alguna manera nuestro papá”.

“La estatua muestra cómo mi amigo Nito se quedó a defender lo que hacíamos mientras los demás se escapaban cual ratas a sus casas, ante la realidad que tenían encima: estar con gente con el pelo larguísimo que creía en el amor libre y en la paz entre los seres humanos”, continuó Charly.

Por último, agradeció “a los primeros fans, los que dijeron ‘esto mató, y lo banco’. Y a la ciudad -si es que se puede llamar ciudad a este quilombo-, que fue el escenario y la protagonista de una película donde otra vez ganamos los buenos”.

Los acordes de “Aprendizaje” sonaron junto con las voces del público y antes de “Canción para mi muerte”. La calma llegó con “Te encontraré una mañana, dentro de mi habitación”. Un momento que no se vio empañado ni cuando la 3ª de la guitarra acústica se rompió. Casi como una metáfora de Sui Generis, que nunca dejó ni dejará de sonar.


Por Majo Garufi
Diario Cronica