Porque ese objetivo, en principio materialista, esconde otro más ambicioso: la transformación del chimentero, ese perfil corrosivo y, por momentos, inescrupuloso que supo forjarse, a un estilo de infotainer más sofisticado. No lo dirá, pero es evidente: quiere ser un empresario influyente, que pueda codearse con el poder y que, además, su personaje adquiera la dimensión de showman más integral. Es decir, convertirse en el nuevo Marcelo Tinelli.
Para eso, Rial no parece un improvisado. Su plan es dar un salto a las grandes ligas, a aquel grupo selecto de los consagrados, transformando su nombre en una marca registrada y montando un modelo de negocios en torno a sí mismo que en la actualidad, según estimaciones del mercado, estaría facturando más de 10 millones de pesos anuales. Desde el año que viene, el conductor se alejaría paulatinamente de su sello “intruso”, mediante el que hurga en la vida privada de ricos y famosos, para intentar disputar el lugar de número uno de la tevé, al que el poder hoy tanto le teme como le rinde pleitesía: el mentor de Ideas del Sur.
fuente: Revista Noticias
