JACK JOHNSON CONTENTO POR TOCAR EN EL QUILMES ROCK

Un nutrido grupo de chicas se agolpa frente al escenario. Ellas gritan desaforadas ante cualquier guiño que llega del escenario. Desde arriba, en un español tímido, Jack Johnson las complace aunque no hacía falta: desde el saludo inicial, antes de arrancar con You and Your Heart, el peladito treintañero ya se había ganado el corazón de todas.

El show de Jack Johnson es sobrio. No habla demasiado, no tiene una voz virtuosa ni tampoco destaca demasiado con su instrumento (para eso está Zach Gill en los teclados). Todo está en pos del lucimiento de sus canciones y el repaso de Jack es exhaustivo: dos larguísimas horas de show donde repasa una década de melodías optimistas.

Desde ese comienzo con el primer tema de su último disco, To the Sea, pasando por los éxitos del consagratorio In Between Dreams (del hitazo en la primera parte del show Sitting, Waiting, Wishing al cierre de lujo con Better Together) y el cinematográfico Sing-A-Longs and Lullabies for the Film Curious George con Upside Down hasta esos primeros pasos hace una década con Brushfire Fairytales, como Bubble Toes o Flake.

El surfista folk aprovechó para hacer algunos homenajes: a Sublime, con una versión hermosa de Badfish, y a los Ramones, con un pedacito de I Wanna Be Your Boyfriend. Solo o en banda, con canciones propias o “una que sepamos todos”, la dulzura del cantante se mantiene. Faltó la playa y el fogón, pero Jack Johnson se encargó de la música y las chicas en la primera noche cervecera de Buenos Aires.

Terra